Existen evidencias físicas de que las zampoñas o sicus estaban presentes en la región de los Andes, mucho antes de la llegada de los españoles. Se han encontrado instrumentos de este tipo en tumbas de las culturas Tiwanakotas (siglos XI y XII), Calamuchita (Argentina) y Yura (Bolivia), pero se estima que su desarrollo se inicia hacia el siglo V, en la cultura Wari, localizada al sur del actual Perú. La presencia de estos aerófonos se encuentra todavía en la música tradicional de Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú, todos ellos países que comparten la cordillera de los Andes, la cual tiene más de 7,500 kilómetros de largo. Se han encontrado sicus hechos de piedra, hueso, madera y cerámica, aunque su presentación más común es en tubos de bambú o caña hueca, y en algunas culturas se construyen a partir de las plumas de los pájaros de la región (como el condor). La especie más utilizada para su construcción es la llamada caña Chuqui, una planta abundante en zonas calidad y templadas de la región andina.
Las culturas que más uso y difusión ha dado a este instrumento son, sin duda, los aymaras y los quechuas. Los primeros son los que le dieron el nombre de sicu, los segundos, antara, cuyos nombres derivan del mote de la caña que se utiliza para su construcción o es la traducción literal de “tubo que da sonido”. El nombre de zampoña es europeo y proviene del latin “sumponia” o “symphonia”, el cual quiere decir sinfonía o concierto.
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